Purim y el día de la Mujer

Tipo: Lectura

Nuevamente, la fiesta de Purim y la lectura de la Meguilá de Ester, nos llaman a la reflexión acerca de un sinfín de temas. Y de nuevo, esta semana, marcamos fortuitamente el Día de la Mujer en el calendario occidental.
Sin realizar malabarismos virtuosos nos permitimos aventurar una conversación que ponga sobre el tapete un tema común entre ambas: La cosificación de la mujer, vista como objeto, tan notoriamente descrita en la Meguilá, nos acompaña aún hoy tantos siglos después. Cosificar a las personas significa ir en contra de la propia esencia del ser humano, despojar a la persona de su propia dignidad.
Después de la negación de Vashti la reina de Persia y Media de presentarse ante el rey y su desaparición, y el temor a que su actitud suscite una modificación en el statu quo de las relaciones de dominación en el hogar, según la cual la mujer debía obedecer a su marido, los emisarios del rey salen a los pueblos del reino a traer a las más jóvenes y bellas vírgenes.
“La reina Vashti no sólo ha ofendido al rey sino también a todos los príncipes y a todos los pueblos que están en todas las provincias del rey Ajashverosh. Porque la conducta de la reina llegará a conocerse por todas las mujeres y hará que ellas miren con desdén a sus maridos, y digan: ‘El rey Ajashverosh ordenó que la reina Vashti fuera llevada a su presencia, pero ella no fue. Y desde hoy las señoras de Persia y Media que han oído de la conducta de la reina hablarán de la misma manera a todos los príncipes del rey, y habrá mucho desdén y enojo”   (Ester 1:17-18).
“Y que el rey nombre oficiales en todas las provincias de su reino para que reúnan a todas las jóvenes vírgenes y de buen parecer en la fortaleza de Susa, en el harén, bajo la custodia de Hegai, eunuco del rey, encargado de las mujeres, y que se les den sus cosméticos. Y la joven que agrade al rey sea reina en lugar de Vashti. Y esto le pareció bien al rey, y así lo hizo”  (Ester 2: 3-4).

¿Cómo se convirtió el recuerdo de semejante episodio violento y bárbaro en un concurso de belleza en las comunidades judías a lo largo de la historia? Parece incomprensible excepto esta vez sea el mismo mecanismo por el cual las niñas son vestidas con trajes de princesas, maquilladas y exhibidas
Este es el trato “afortunado” de las jóvenes que fueron llevadas a palacio, entre ella Ester:
 “Cuando le tocaba a cada joven venir al rey Ajashverosh, al cumplirse sus doce meses, según las ordenanzas para las mujeres, pues los días de su embellecimiento se cumplían así: seis meses con óleo de mirra y seis meses con especias y cosméticos para las mujeres, entonces la joven venía al rey de esta manera: cualquier cosa que ella deseaba se le concedía para que la llevara consigo del harén al palacio del rey. Ella entraba por la tarde y a la mañana siguiente volvía al segundo harén, bajo la custodia de Saasgaz, eunuco del rey, encargado de las concubinas. Ella no iba otra vez al rey a menos que el rey se complaciera en ella y fuera llamada por nombre” (Ester 2: 13-15).
La preparación de la joven duraba 12 meses y no se trataba exactamente de enseñarle a leer y escribir, ni siquiera a bordar y cocinar. Doce meses dedicados a la concupiscencia, la preparación del cuerpo y el ánimo, y más que probablemente en el aprendizaje del arte de amar, para poder ser poseída por el rey y satisfacer sus instintos. Y después del año, llegaba el momento en el que ingresaba al harén al palacio del rey “por la tarde y a la mañana siguiente volvía al segundo harén”.
¿Nos ponemos a pensar en ello cuando les contamos el relato a nuestros hijos e hijas? Ajashverosh es el ruin y malvado y por eso obra así, pero ¿acaso nuestra sociedad no repite el mismo ritual de cosificación de otra manera? O peor aún ¿no es la trata de blancas y la agresión y el acoso sexual, una prolongación de la cultura del sometimiento femenino a los más bajos parámetros de moralidad?
Ester, nuestra heroína, se humaniza sólo al final de la historia, saliendo de su estado de pasividad al de la acción, dignificando su condición humana. Importa tanto qué es lo que opta como el mismo hecho de elegir. La alternativa muestra su liberación del estándar al que se la había sometido, y antes que ella, Vashti, la reina que enfrenta la voluntad del poder, sin ninguna astucia ni truco, y desobedece abiertamente tal como lo relata la misma Meguilá.
Llama la atención que la interpretación clásica no ve en la desobediencia de Vashti un signo de rebelión, sino la considera socia de los valores del rey y su negación.
Muchos de los midrashim, intentan explicar que la actitud de Vashti está ligada al hecho de no estar “presentable”, siguiendo los mismos códigos de la época de la supremacía persa o bien por el hecho de que su posición en el palacio real y no su honor humano y femenino había sido profanada.
La historia de Purim ofrece una oportunidad para motivarnos a pensar también en este aspecto, y desafiar los estereotipos y la hiper-sexualización que conduce a una cultura en la que la violencia contra las mujeres es desenfrenada y aceptada. Es verdad que este no es el tema central del relato, pero justamente por eso vale la pena hacer foco en él, porque la repetición de la historia sin que nos detengamos en los detalles, puede llevar a mensajes erróneos acerca de la condición femenina en nuestra cultura.
Ester habló, y su voz salvó a un pueblo y el hecho que haya sido justamente la voz de una mujer, destinada a otra suerte, nos marca un rumbo y un norte, tal como la guemará misma lo valora “las mujeres están obligadas a la lectura de la meguilá, ya que estuvieron en ese milagro” y explica “que gracias a Ester fueron redimidos”.
Ester no sólo desafía al poder, para hacerlo, supera primero su propia sumisión. Exactamente como todos y todas las que se rebelan de la suerte que otros le adjudican.

 

Ethel Barylka

Fuente: https://www.mujeryjudaismo.com/purim-y-el-dia-de-la-mujer/purim-y-el-dia-de-la-mujer